¿Consumen más energía las calderas que se apagan y encienden con regularidad?

Un alto consumo de gas es la consecuencia de tener calderas que constantemente se apaguen y enciendan en un corto periodo de tiempo. El proceso de calefacción de una caldera es la etapa funcional que abarca el mayor consumo de energía, así como también el sistema de regulación de potencia de la caldera, y el sistema de termostato ambiente. Todo esto por supuesto afecta en el número de ciclos de encendido y apagado del calentador.

  • Menor rendimiento: Consecuencia primordial de las calderas que se encienden y apagan constantemente

El rendimiento de las calderas resulta de una ecuación; la misma consiste en dividir su potencia útil en Kw, entre la potencia calórica obtenida al combustionar un combustible. El resultante, multiplicado por cien, se expresa en porcentaje, y mientras más alto sea el numero mejor rendimiento tendrá la caldera.

A la luz de esta explicación, una caldera cuyas funciones y tipo de regulación de potencia le permitan un 95% o superior, aportara mayor rendimiento a la energía consumida, e imprimirá mayor fortaleza en su instalación (radiadores, agua caliente) que otra caldera con menor rendimiento.

Hay calderas muy diversas en cuanto a su rendimiento, desde 55% en adelante. Naturalmente, estas calderas se consideran con un rendimiento muy bajo, especialmente común en modelos antiguos, lo cual ocasiona que se apaguen y enciendan constantemente en estados de calefacción.

¿Por qué mi caldera se enciende y apaga constantemente?

Cada caldera desarrolla una potencia que entrega a la instalación en función de su sistema regulatorio, dependiendo del tipo de termostato ambiental que esté instalado en dicho sistema.

La potencia sin control alguno es un completo desperdicio de recursos energéticos, pues solo se consumirá gas con un mínimo rendimiento. Cuando una caldera se apaga y enciende constantemente lo hacen porque regulan la entrega de su potencia a la instalación mediante un algoritmo de “todo o nada”, mejor conocido como On/Off. Este algoritmo consiste en apagar el quemador del calentador cuando la instalación obtiene su temperatura consignada, y cuando la temperatura decrece por debajo, vuelve a ordenarencendiendo los quemadores, haciéndolo a una excesiva potencia para las necesidades del momento.

Calderas modulantes con ahorro hasta un 10%

Aportar una porción pequeña de potencia es algo que solo logran hacer los calentadores modulantes, que a su vez se encuentran sincronizados con un termostato ambiente modulante.

Cuando esta situación no ocurre y nuestra caldera opera con un algoritmo “todo o nada” similar, entra en ciclos cortos de encendido y apagado ya que en segundos o escasos minutos entrega más potencia de la necesaria a la instalación, posteriormente alcanza la temperatura consignada o de confort y luego se apaga nuevamente, repitiéndose el ciclo una y otra vez, produciendo mayor consumo y menor rendimiento.

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Trucos para ahorrar dinero con tu caldera

Afrontar la inversión en una caldera puede suponer gastos que descuadren un poco la economía doméstica, pero, una vez hecha la compra, no hay duda de que se trata de un aparato que sirve para mejorar considerablemente la vida de las personas. Las calderas darán un servicio excepcional en los meses de otoño invierno, en el tiempo más frío e inclemente. No obstante, siempre es interesante estar alerta en lo que al ahorro de dinero se refiere, de manera que la caldera no sea un foco continuo de gastos desorbitados. Más abajo exploraremos una serie de pequeños trucos que ayudarán a ahorrar.

Llevar a cabo unas labores de mantenimiento de la caldera idóneas evitará futuros accidentes, contratiempos y averías, por lo que se ahorrará a largo plazo; lo correcto sería que la caldera no pasara de los quince años de vida antes de ser reemplazada. Los cerramientos eficientes y los aislamientos certeros en puertas y ventanas servirán para que el calor no se pierda ni se vaya de los cuartos.

Son los pequeños detalles rutinarios los que nos proporcionarán muchos trucos para ahorrar en el uso y disfrute de la caldera. Reducir el tiempo en la ducha siempre es un acierto, así como cerrar el agua mientras nos enjabonamos; se ahorrará en gas y se desperdiciará menos agua, y la labor de estar limpios se cumplirá del mismo modo que procediendo sin control ni auto restricciones de tiempo. Programa el agua caliente a unos cuarenta y cinco grados, en lugar de a sesenta grados, nos reportará un considerable ahorro en el día a día, sobre todo porque las altas temperaturas tampoco van a ser utilizadas en las duchas.

Dentro de los pequeños hábitos que harán que la factura del gas y del agua sean menores, prescindir del calor cuando no sea necesario también habrá que tenerlo en cuenta; dejar el mando del grifo en la posición de frío cuando nos estemos lavando los dientes, cuando estemos fregando o cuando no vaya a ser necesario, supondrá un ahorro en gasto de gas.

La colocación estratégica del calor también será otro de los trucos que reducirán los gastos. Así, aprovechar al máximo el calor residual será una tarea interesante que se podría realizar cuando se cocine al horno o cuando se esté planchando. Ubicar correctamente las fuentes de calor también será positivo, quedando los radiadores junto a las ventanas para el aire se redistribuya por el espacio, sin que los muebles puedan hacer de barrera para que el calor se expanda.

Otros pequeños detalles, que pueden parecer simples pero que aportarán su granito de arena en lo que a reducir la factura del gas se refiere, serán estar bien abrigado dentro de casa (a veces el frío procede de una relajación extrema que lleva a no prestar atención a la ropa que se usa dentro de casa) o aprovechar al máximo la aportación de calor de sol, de modo que se suban las persianas cuando las horas de luz natural puedan calentar la casa.

Los paneles reflectantes también podrán ayudar; si se los colocar en parte de atrás de los radiadores, entre el aparato y la pared, el calor podrá rebotar y expandirse por consiguiente por todo el cuarto, sin que los muros absorban este calor aprovechable (hay estimaciones que indican que los paneles reflectantes pueden ayudar a ahorrar hasta un veinte por ciento de la energía gasta en consumo de calefacción.

Programar el termostato a unos grados centígrados adecuados es recomendable; en el hogar se podrá estar a gusto a una temperatura de veintiún grados, sin hacer excesos que no ayudarán a combatir el frío. No hay que olvidar que cada grado que aumentamos supone un gasto mayor del siete por ciento aproximadamente. Además, que el termostato no sobrepase los veintiún grados contribuirá a no cargar el ambiente y a no crear un clima incómodo pasado un tiempo. Durante la noche, la temperatura no será molesta en los dieciséis grados, por lo que es conveniente revisar el termostato antes de ir a la cama.

Hay que recordar cerrar los radiadores que no se estén utilizando. Y es que hay habitaciones o cuartos en los que deja de haber gente, por lo que no será preciso seguir llevando a cabo un gasto energético en esos lugares. Cerrar bien las persianas y las cortinas durante la noche servirá para que se pierda menos calor en el hogar. Es importante mantener abiertas sólo las llaves de los radiadores en los que haya presencia humana; es desaconsejable calentar los espacios previamente a la llegada de algún inquilino a una habitación, pues hoy en día no hay problemas en aclimatar los espacios con la mayor velocidad. Por tanto, no estaría mal tener en cuenta todos estos trucos que hemos comentado para lograr ahorrar dinero con nuestra caldera.

Cómo revisar tu caldera rápidamente

Ponerse manos a la obra a la hora de llevar a cabo una revisión en la caldera puede ser algo sencillo y rápido, mucho menos complejo de lo que pueda parecer. No obstante, no habrá nada como solicitar ayuda profesional de técnicos, expertos y fontaneros. Eso sí, en apenas unos minutos es posible dar por concluido el proceso de revisión, siempre que se actúe con sapiencia y determinación, ya sea en una caldera digital o manual.

Y es que durante los meses de verano y de buenas temperaturas dejamos un poco abandonado el sistema de la caldera, sin recordar que el mal tiempo volverá y que este aparato hará la vida mucho más fácil entonces. Por ello es aconsejable ir realizando inspecciones, aunque sean de índole doméstica y amateur, a la caldera. Así sabremos si se ha producido un deterioro en alguna zona, si una potencial rotura amenaza el correcto funcionamiento de la caldera, si una avería eléctrica está cerca, si hay deficiencias en el suministro del gas.

Por medio de unas faenas de mantenimiento de muy poca envergadura será posible ser previsores y evitar que el frío del otoño nos pille sin la protección cálida de las calderas. Lo primero que habrá que hacer será llevar a cabo la comprobación del conducto de gas, cerciorarnos al cien por cien de que se encuentra en un estado óptimo y de que no sufre ningún tipo de problema que amenace al conjunto de la caldera; el conducto deberá revisarse mientras la llave de paso está abierta y mientras está bien conectado, porque sólo así sabremos que no hay problemas, ni cuarteamientos, ni fisuras ni anomalías técnicas.

Habrá que conectar también la caldera al enchufe, de manera que se encienda. Cuando aparezcan en la pantalla unos dígitos, los cuales señalarán el nivel de presión en bares y la temperatura en grados centígrados, habrá que asegurarse de que la presión se mantiene entre los niveles aconsejados de 1,2  y 1,5 bares; ante problemas en este punto, la llave de llenado de la caldera nos servirá para corregir los niveles.

Tener a mano el manual, la teoría, el esquema de piezas, las instrucciones, el dibujo de la caldera y el diagrama con los componentes del equipo será esencial para proceder de manera certera y segura. Así será más fácil por ejemplo no equivocarse al identificar la llave de llenado, la cual siseará un poco además cuando el gas vaya entrando en el sistema y los niveles de presión vayan variando en la pantalla hasta corregirse.

Si los contratiempos que se detectan proceden del calentamiento del agua, habrá que estar muy atentos a los que ocurre; será importante cerciorarse de que no se llega a la temperatura deseada, de que no existan baches en el suministro que propician que el agua se enfríe sin saber por qué, de que no hay problemas con los niveles de presión. Y es que reparar una caldera es una tarea muy complicada, pero revisarla y llevar a cabo tareas de comprobación y de mantenimiento es más sencillo, por lo que cualquier usuario puede esmerarse en ello.

Cuando se trata de velar por la seguridad de gas, todos los esfuerzos son pocos, por lo que sería mejor desprenderse de la pereza o del desconocimiento voluntario a la hora de llevar a cabo una revisión doméstica de la caldera. Cualquier inquilino o propietario puede seguir a la perfección las recomendaciones básicas que hemos comentado líneas más arriba, de manera que podamos saber que no hay averías acechando.

Mantener el control sobre los aparatos de gas que hay en una vivienda, en un negocio o en una propiedad es fundamental para prevenir otros problemas de mayor envergadura también. La dejadez, el abandono, la desidia o la falta de prevención en los cuidados de la caldera podrían derivar en un caso extremo en fugas de gas, en envenenamientos por escapes de monóxido de carbono y en incendios. No hay que obviar tampoco el peligro que el monóxido de carbono entraña, ya que puede ser capaz de acabar con la vida de personas sin que lleguemos a notar su presencia en el espacio.

Hay una serie de medidas y recomendaciones complementarias que deberíamos tener en cuenta, fuera aparte de la revisión rutinaria que el inquilino de la casa puede llevar a cabo en apenas unos minutos: comprobar si se produce un aumento de condensación en las ventanas, ver si las luces del piloto se encuentran o no parpadeando, examinar si hay manchas de color oscuro sobre el aparato de gas o en sus alrededores, verificar que la luz del aparato es azul y no anaranjada o amarilla, etc. Y es que, como no podía ser de otra forma, toda precaución es poca a la hora de velar por la seguridad y por la salud de un aparato tan maravilloso en el invierno como es una caldera.