Mejora el desempeño de tu radiador

Cuando la temporada veraniega se acaba y la llegada de los fríos invernales se aproxima, es menester prepararnos bien para protegernos del frío mediante el uso de radiadores en nuestra casa, pero ¿Sabes cómo usarlo eficientemente?

No hace mucho estábamos dando algunos útiles consejos sobre cómo optimizar el uso del aire acondicionado para evitar costos excesivos en las facturas de luz. Sin embargo, el sol veraniego ha menguado llevándose toda la calidez, por lo que ya no tenemos que usar el aire acondicionado hasta la próxima temporada. ¿Qué queda ahora? Pues el frío invernal, así que prepárate para optimizar tus radiadores en función de obtener el bienestar climático que queremos en nuestra casa. A continuación, te daremos algunas recomendaciones acerca de cómo mejorar la eficiencia de tu radiador para que le saques el máximo provecho y ahorres un montón en la factura final.

¿Cómo ahorrar en el uso de radiadores?

  1. Sólo úsalo cuando estés en casa: aunque es la recomendación más común y reconocida que podemos brindarte, aún existen muchas personas que dejan encendidos sus radiadores al salir de la casa, por una u otra razón. Algunos lo hacen por la falsa creencia que dicta que los radiadores consumen mucha más energía al apagarse y ser nuevamente encendidos que al mantenerse encendidos constantemente. Otros lo hacen para encontrar su casa caliente al volver de la calle. Ambos casos están totalmente errados, nunca se debe dejar un radiador encendido cuando no estamos en casa por tres razones: gastamos mucha energía que no aprovechamos, aumenta el costo de la factura final exponencialmente y el radiador puede provocar graves accidentes que no podremos evitar.
  2. No le des un uso excesivo al radiador: a veces es necesario dejar descansar unas horas al radiador, pues no tiene sentido seguir calentando tu hogar cuando ya hayas alcanzado la temperatura deseada. Apagar al radiador periódicamente te dará mayor confort, alargarás la vida útil del radiador y disminuirás notablemente el costo de la factura final.
  3. Las temperaturas de verano no son nada buenas: en la época veraniega las olas de calor son tan intensas que nos hacen estar pegados al aire acondicionado en todo momento y desear la llegada pronto del invierno. Sin embargo, cuando llegan los gélidos vientos invernales, lo que queremos ahora es que regresen las olas de calor veraniegas y ponemos en funcionamiento nuestro radiador a la temperatura de dichas olas de calor. Esto no es para nada aconsejable, pues los cambios bruscos de temperatura son nocivos para nuestra salud y, además, la excesiva generación de calor aumentará el costo de la factura final y podrá dañar al radiador.
  4. El aislamiento y la ventilación son buenos aliados: ventila un poco tu casa antes de encender el radiador para renovar el aire y expulsar ciertos gases nocivos. Cuando enciendas el radiador asegúrate de que tu casa esté completamente aislada (puertas y ventanas totalmente cerradas) para que se caliente más rápido y puedas apagar el radiador de vez en cuando. Cada cierto tiempo ventila un poco, otra vez, para que el calor no sea agobiante y el aire fresco.
  5. Los profesionales saben qué hacer: los radiadores realmente son artefactos de calefacción nada sencillos, por lo que su instalación no es tan fácil como creemos. Es mejor siempre dejar que un profesional instale el radiador por nosotros para evitar problemas futuros y sacarle el máximo provecho a tu sistema de calefacción.

Esperamos que estas cinco recomendaciones te sirvan para protegerte adecuadamente del frío y ahorrar un poco de dinero con el uso del radiador. Si tienes alguna duda, sabes que puedes contar con los profesionales para solventar cualquier inconveniente y dar mejor uso a tu radiador.

Qué hacer si la salida de humos se obstruye

Que la salida de humos esté siempre despejada y en buen estado puede ser sin duda fundamental para garantizar la seguridad de un hogar. Por ello, lo primero es revisar cada poco tiempo el estado en el que se encuentran los conductos de evacuación de gases, para que estos puedan cumplir su función de manera correcta cuando les toque hacerlo. Antes de intervenir, será preciso conocer la situación en la que se encuentran esas vías de escape, ver si hay obstrucciones, atascos o acumulación de sustancias.

Es básico que la salida de humos esté fabricada de manera perfecta y que esté situada como es debido en función de la ubicación de la caldera o calefacción. Las operaciones de mantenimiento serán esenciales para conservar su buen estado. Es más que aconsejable que estos conductos sean limpiados de manera concienzuda antes de cada otoño, tiempo en el que las chimeneas o las calderas van a tener su pico de uso. Habrá que acabar con la acumulación de suciedades, con los restos de hollín, con los posibles nidos de pájaros y con todos aquellos objetos o malezas que puedan dificultar la salida de los humos y gases.

Hay ocasiones en las que la caldera de gas o de gasoil puede llevar a cabo una mala combustión, y esto puede estar provocado por la falta de limpieza de los conductos; esto supone un gasto de energía totalmente remediable, un gasto que también acaba repercutiendo en el factor económico. Realizar una limpieza medida, reposada, escrupulosa y exhaustiva de los tubulares y de la caja de humos se antoja vital; hay limpiar el interior de la salida de humos sí o sí.

Por tanto, hay que tener muy claro que, si la salida de humos se atasca o se obstruye, se debe llevar a cabo un proceso de limpieza y de adecentamiento. Las calderas de humo tienen la tendencia de ir poco a poco acumulando toda clase de sustancias, de grasas y de polvos, componentes que no son difíciles de quitar de la carcasa, pero que precisan de una limpieza a fondo cuando se localizan en el interior; esta faena implica cortar el suministro eléctrico y cerrar la llave de gas de manera provisional para evitar más problemas agregados, de este modo se logrará un mejor funcionamiento en la caldera.

Es en invierno, también durante el otoño, cuando las calderas de gas trabajan a todo tren y llevan a cabo sus labores a un rendimiento pleno. Los modelos de calderas mixtos, que aportan un servicio en calefacción y otro en la generación de agua caliente, aumentan aún más su actividad en las estaciones con temperaturas más bajas. Es por ello por lo que resulta obligado llevar a cabo una limpieza al año de los componentes más básicos de la caldera, tomando especial atención en adecentar los conductos de salida de humos.

Estos trabajos de limpieza deben completarse como es debido; es decir, no basta con una limpieza superficial, por lo que incluso puede ser positivo recurrir a los servicios de profesionales (aunque esto conllevaría un gasto extra, claro está) o al servicio de mantenimiento de la compañía fabricante. Los trabajos de desatascos deben llevarse a cabo con minuciosidad, ya que servirán para mejorar el rendimiento de la caldera y para aumentar su vida útil.

Hay diferentes marcas y distintos modelos de caldera que avisan incluso a sus usuarios de que se están produciendo atascos en el sistema de salida de humos. Aparte de las labores de limpieza pertinentes que hemos comentado en líneas de más arriba, pueden ser necesarias otras medidas para mejorar la situación, ya que el nivel de gravedad de las obstrucciones puede variar. A veces la limpieza puede funcionar con un alambre que llegue a zonas dificultosas; incluso podríamos doblar ese alambre para que arrasara con suciedades y atascos. Otras situaciones más al límite podrían llegar a precisa la presencia de deshollinadores y expertos.

Prevenir las obstrucciones en el sistema de salida de gases y humos se antoja como imprescindible para no tener que actuar a posteriori. No obstante, existen algunos trucos para actuar en caso de atasco en los conductos de gas; introducir la manguera de la aspiradora en el sistema de salida puede ser una maniobra práctica y de mucha utilidad, ya que contribuirá al desatasco. Y es que, como no podía ser de otra manera, tener una respuesta acorde para las obstrucciones más complicadas será de agradecer.

Tampoco hay que olvidarse de los beneficios colaterales que derivan de dar fluidez a los conductos del gas y los humos. Estas faenas supondrán un ahorro de energía, evitarán riesgo de explosiones y de incendios, contribuirán a impedir que se establezca un clima con mayor propensión a las intoxicaciones y al envenenamiento con dióxido de carbono, se ajustarán a las normativas de sanidad, etc.

Qué hago si la presión del agua es baja en mi caldera

Conocer muy bien la caldera que se tenga instalada en la vivienda es fundamental para saber dar una respuesta adecuada a los contratiempos más usuales que pueden irse produciendo. Y es que hay situaciones que pueden manifestarse como incómodas o desconcertantes para el usuario, por lo que deberemos proceder con conocimiento de causa. Como no podía ser de otra forma, sabemos que la ayuda de los fontaneros y los profesionales siempre estará ahí en última instancia, pero también sabemos que no podemos estar llevando a cabo gastos constantes, sobre todo en problemas que tal vez no revistan de mayor gravedad que la reparación cotidiana del inquilino.

Encontrarse con problemas en la presión del agua de la caldera suele ser, por desgracia, algo bastantes común.  Si la presión del agua baja, tenemos que tener claro cómo actuar. Lo más lógico es que la presión de la caldera cuando esté en frío y con la bomba en reposo se encuentre entre los 1,2 y los 1,5 bares; la presión subirá un poco cuando esté encendida la caldera y el agua salga caliente. Será el manómetro quien nos indicará la presión que posee la caldera.

Ojo, hay que tener cuidado si la presión del agua en la caldera es baja, este es un problema que se debe controlar y no dejar caer en la desidia. Y es que en este caso la caldera tenderá a bloquearse y a dejar de funcionar correctamente para que no aparezcan averías mayores (por fortuna, el sistema sabrá detenerse solo cuando llegue a los 0,5 bar). Por tanto, lo idóneo será tratar de intentar hacer subir la presión de la caldera, algo que lograremos siguiendo una serie de pautas que desarrollaremos más abajo.

Si hay problemas o averías por culpa de una baja presión en la carga de agua, notaremos cómo se producirá una especie de ruido al marchar el agua por las zonas del circuito y por la bomba de la caldera. Deberemos considerar que se está dando lugar una anomalía cuando la presión descienda de un bar, algo que ya quedará fuera de la normalidad. En este contexto será cuando habrá que llevar a cabo la apertura de la llave de llenado de la caldera, situada justo en su parte inferior; habrá que abrir con cuidado, de manera progresiva, poco a poco, y asegurándonos de que el movimientos se produce en el sentido contrario al de las agujas del reloj.

Llegado el momento en que la presión se vuelva a situar entre 1 y 1,5 bares, podremos cerrar de una vez la llave de llenado y disponernos a llevar a cabo otros menesteres. Lo siguiente será corroborar que, en efecto, la caldera vuelve a funcionar de manera adecuada; si el panorama se aclara siguiendo las pautas que hemos comentado anteriormente, estaremos de suerte, ya que será la hora de disfrutar de nuevo de las virtudes de una caldera en estado óptimo, con todas las ventajas que ello conlleva para la vida cotidiana en los meses otoñales e invernales.

Es importante actuar con determinación en el caso de que la presión del agua sea baja en la caldera, porque es una situación que puede remediarse sin necesidad de recurrir a expertos en la materia o a fontaneros especializados en el ámbito. Eso sí, si la presión sigue disminuyendo de una manera persistente e irremediable y si los remedios que hemos citado no surten efecto, lo más conveniente es contactar de inmediato con el instalador o con la compañía que suministra el gas; las fugas de agua por algunas de las zonas de la caldera pueden ser un problema más complejo y delicado.

Hay que estar muy pendientes de que la presión se baja, porque puede darse el caso de que no sean apreciables las fugas y de que no se sepa por dónde se va el agua. Mantener las presiones adecuadas siempre es un primer paso para que la situación no se descontrole, de ahí que sea tan importante realizar revisiones cada corto periodo de tiempo. Estas tareas de mantenimiento o de inspección rutinaria podrán ser llevadas a cabo por el propio usuario de la caldera.

También habrá que tener especial precaución al manipular la llave de llenado de no pasarnos con la presión. Deberíamos tener presente que la baja presión en el agua de la caldera es algo negativo, pero también lo es tener alta presión. Si la caldera rebasa los límites aconsejables para la presión, a la válvula de seguridad de la caldera no le quedará otra que empezar a liberar poco a poco presión. Es por eso por lo que tenemos que estar lo más encima posible del funcionamiento de nuestra caldera. Cuando llegue el frío nos alegraremos de tener este aparato en un perfecto estado y listo para funcionar a las mil maravillas.